Pedro Gomez Romero 16 Feb 2023
Los descubrimientos científicos tienen un efecto inconmensurable en nuestra sociedad, es decir, un efecto que puede llegar a ser enorme pero que, literalmente, no se puede medir. Sin embargo, nos empeñamos en evaluar e incluso cuantificar el impacto de nuestras publicaciones científicas. Poca broma colega: tu carrera profesional podría depender del resultado.
He participado en muchos comités de evaluación y, por mucho que nos repitamos que vale más calidad que cantidad, a la hora de comparar currículums el primer baremo que se analiza es el número de publicaciones. De igual modo, entre científicos hemos acabado imponiéndonos el “Indice h” o índice de Hirsch[1] como medida del impacto de nuestro trabajo. Y el colmo del sinsentido ha sido llegar a valorar la bondad de una publicación en función del “Factor de Impacto” [2] de la revista en la que se publicó. Esta última tendencia al menos se ha revertido con la aparición de la declaración DORA de San Francisco [3], firmada por numerosísimas instituciones académicas y que invita a no juzgar el impacto del trabajo de una persona científica en función del factor de impacto de las revistas en que aparecieron sus publicaciones. Como respuesta a las deficiencias del Factor de Impacto se han propuesto una serie de medidas ALTernativas (ALTMetrics) [4] aunque en mi opinión, éstas no evitarán los problemas que se derivan de intentar medir lo inconmensurable. Si acaso harán que la dinámica de la comunicación científica se asemeje más a Instagram, con el riesgo añadido de que los Premios Nobel se acaben concediendo a los mayores “influencers científicos”.
Bromas aparte, lo cierto es que la comunicación científica se ha pasado a la red. Tanto la comunicación de la investigación como la comunicación divulgativa. Se podrían usar el número de visitas, visualizaciones o de “likes” como medidas de impacto? En el fondo eso son las altmetrics no? En mi caso compatibilizo las dos y eso me hace pensar en este tema
La ciencia ha tenido y seguirá teniendo un impacto inconmensurable en nuestra sociedad. Pero a menudo los caminos por los que se crea ese impacto son inesperados. Los caminos de la serendipia son inexcrutables y muchos de los mayores descubrimientos y avances científicos de la historia de la ciencia se han dado gracias a la combinación de azar y sagacidad que describe esa palabra, incluida en el diccionario de la RAE desde 2014.
Quizá la declaración de San Francisco pueda ser un primer paso para descorporativizar la ciencia; para dejar de exigir KPIs [5] a una actividad que, a diferencia del desarrollo tecnológico, no necesita de indicadores de rendimiento que nos iluminen acerca del grado de consecución de objetivos. Porque, por ejemplo, aumentar nuestro número de publicaciones, o el promedio de nuestros índices de impacto a un ritmo del 10% anual no es un objetivo que beneficie a la creación científica, sino, en todo caso, al floreciente negocio de las editoriales científicas, cada vez más numerosas y, todas ellas, con crecientes factores de impacto. Y además no es sostenible.
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%8Dndice_h
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Factor_de_impacto
[3] https://en.wikipedia.org/wiki/San_Francisco_Declaration_on_Research_Assessment
[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Altmetrics
[5] KPI son las siglas en inglés de “Key Performance Indicator” o Indicador Clave de Rendimiento. Miden el grado de consecución de un objetivo en un momento dado del proceso en marcha para alcanzar dicho objetivo.